NATACIÓN Y LESIONES: LA "RODILLA DEL BRACISTA" - 16/4/2015

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La natación es uno de los deportes más recomendables en la rehabilitación de lesiones, en casos de artrosis, escoliosis o problemas cervicales y lumbares por su escaso impacto y bajo riesgo, derivado del medio donde se desarrolla. Sin embargo, su carácter cíclico, repetitivo, y una mala ejecución pueden también ser origen de lesiones. Una de ellas,  común en profesionales con alta intensidad de nado, es la “rodilla del bracista”.

Esta afección, como su nombre indica,  se produce casi de manera exclusiva en nadadores del estilo braza. En su práctica, las rodillas se flexionan numerosas veces en rotación externa y valgo forzado, incidiendo en el ligamento lateral interno de la rodilla, la región femoropatelar medial, cápsula y membrana sinovial. Se manifiesta en dolor sobre la cara interna de la rodilla, intensificándose durante la fase de propulsión de la patada de braza.

La importancia de la prevención

Según un estudio, la incidencia de esta lesión de rodilla en profesionales es bastante alta, superando el 70 % de los casos. De estos, el dolor mayoritariamente se presenta durante el entrenamiento; es decir, en la práctica de nado. Sin embargo, la gravedad de la lesión también  puede alcanzar cuotas elevadas, saltando de la piscina a la cotidianidad de las actividades diarias. Es importante, por ello, un control preventivo de manos de profesionales de la fisioterapia, que analicen cada caso y marquen pautas de actuación personalizadas en función de la situación de cada paciente.

Para evitar padecer este tipo de afecciones, algo imprescindible es depurar la técnica de nado. La patada característica, como decimos, es un movimiento biomecánicamente complejo a nivel de rodilla. Por ello, mejorar la técnica evitando movimientos que tensionen de manera negativa los tejidos cobra especial importancia en este caso, siendo clave a la hora de impedir complicaciones. Además, es fundamental incidir en el fortalecimiento de la zona lumbar y abdominal, una de las más sufren en este tipo de deportes, proporcionando así mayor estabilidad y equilibrio.

Igual de importante es la realización de ejercicios de estiramiento tanto antes como después de la práctica, procurando estirar todos los segmentos corporales, en un tiempo aproximado de 20 minutos. Al mismo tiempo, trabajar la flexibilidad de la columna aportará grandes beneficios al nadador y a su técnica.

A pesar de seguir estos pasos, es posible que aparezca dolor, sobre todo en profesionales que llevan tiempo practicando el estilo braza. Si sucede, el nadador deberá disminuir la intensidad del entrenamiento. En estos casos, el fisioterapeuta llevará a cabo una evaluación completa que tendrá en cuenta la naturaleza intermedia de la articulación y, por lo tanto, las conexiones superiores e inferiores de la misma. A partir de aquí, establecerá una serie de pautas de actuación y tratamiento para una correcta recuperación. En este sentido es importante mantener los estiramientos e incidir en el fortalecimiento de la musculatura, así como corregir con un entrenador los errores de estilo. Es conveniente además aplicar frío y ultrasonidos  o TENS, entre otras cosas, para paliar los efectos propios de esta lesión.

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